Después de casi 8 semanas de confinamiento y de estar sobrexpuesto a información, estoy percibiendo o notando que un ‘nuevo sentimiento político’ se está extendiendo entre mi círculo de amigos y familiares. Se trata de una desafección política, pero no el mismo tipo de desafección que cuando este país se vio azotado por los casos de corrupción, sino que por primera vez algunos ciudadanos se han dado cuenta de que la clase dirigente de este país no está preparada para solucionar problemas reales y de impacto inmediato en la sociedad.

Esto puede sonar a frívolo o indignado, pero después de reflexionar sobre el motivo y la causa de este sentimiento, creo que podemos afirmar que la mayoría de los políticos que nos dirigen no saben tomar decisiones o no son capaces de medir el impacto que suponen esas decisiones. ¡Simple y llanamente porqué NUNCA han trabajado en un puesto que requería productividad o aporte de valor!

Fijaos, cuando trabajas por cuenta ajena y con intereses REALES, tus decisiones tienen consecuencias directas: en algunos de los casos si lo haces mal puede ser causa de despido.

Solo hay que repasar los CV de los dirigentes de cualquier partido político para darse cuenta que la única carrera laboral que han acometido es la carrera por un puesto en su organización política: el Apparátchik. Este tipo de perfiles de personas son individuos que nunca han sentido la presión de saber que, si sus decisiones eran deficientes o pobres, podrían ser despedidos. Cero exigencias, cero esfuerzos de superación, cero ganas de progresar en base a sus habilidades… todos los esfuerzos se reducen a hacer pasillo para la obtención del premio: SU CARGO. Durante los últimos años algunos periodistas y politólogos han sugerido que quizás ese modelo ya no era el más adecuado por estos tiempos tan cambiantes, a los que ellos contestaban diciendo que así se hacían ‘políticos profesionales’.

Esta pandemia va a cambiar muchísimas cosas: desde la forma en la cual nos relacionaremos, hasta la forma de trabajar, pero hay una cosa que debe cambiar (al menos así lo espero) y es el perfil del político actual. El presidente de la comunidad autónoma de Extremadura, Guillermo Fernández Vara dijo ‘Esta crisis se llevará por delante a toda la clase política de España’. Esta crisis sanitaria puede ser el último clavo al ataúd de este tipo de políticos porque la ciudadanía ya no los va a tolerar más. Aún desconozco como se va a transmitir ese hartazgo (si por manifestaciones, baja participación en los próximos comicios, etc…) pero aquí la pregunta que subyace es: ¿Qué tipo de perfil queremos en nuestros políticos?

Uno de esos ‘skills’ o habilidades bien podría ser: conocer la realidad. Algunos de vosotros os podréis reír, pero si analizamos los actos y la forma como se comportan, nos demuestran que muchos de esos políticos pierden tanto el contacto con la realidad cotidiana que hay decisiones que son incomprensibles para la sociedad.

Otra cualidad de estos políticos bien podría ser ‘ingeniero’. Cuando digo a ingeniero me refiero a la capacidad de resolver problemas concretos en base a técnicas y conocimientos. Durante las últimas décadas hemos visto como la gran mayoría de los políticos han generado problemas para después formar parte -milagrosamente- de la solución (de ahí el auge de los populismos). ¿Qué menos podríamos exigir a nuestros gobernantes que solucionen (o al menos lo intenten) los problemas reales de la gente y este país? Como diría Séneca “No existen vientos favorables para un marinero que no conoce su rumbo”. Necesitamos un rumbo, un objetivo. La clase política actual ha entrado en el círculo vicioso del cortoplacismo. Todo debe tener un rédito electoral inmediato incluso si no hay elecciones a la vista (¡Ay! esas encuestas de intención de voto). ¿Sería mucho pedir marcar un objetivo con hitos medibles para este país? ¿Qué tipo de sociedad queremos ser en 4 años? ¿Qué vamos a hacer para atajar el paro juvenil? ¿Qué vamos a hacer para resolver el modelo territorial actual? Etc…

Por último, la meritocracia, quizá el punto más complicado y fácil a la vez. Nuestras élites deben de estar lo mejor preparadas (no las mejor enchufadas). Se trata de dirigir un país con seres humanos, con sus vidas, con sus problemas reales…

Una vez más la experiencia y el conocimiento deben ser protagonistas porque si no corremos el riesgo de que la sociedad civil se dé cuente que ELLA es la elite por lo que podremos pensar que ‘los políticos y los gobiernos’ no sirven de nada.

Si este post le supone un interés particular a cualquier lector me comprometo a profundizar en otras publicaciones sobre los puntos mencionados anteriormente (la realidad y la política, el conocimiento y la experiencia como base política, la transformación digital también en el Estado y el porqué de la meritocracia).

Lorenzo Fiore Romero, 5 de mayo 2020.