Dos noticias me hacen pensar en que la culpa de lo que nos pase en el futuro la tenemos nosotros mismo. La primera, sobre la incapacidad de los españoles de cuestionar a nuestros propios dirigentes, cuando lo más sencillo siempre ha sido bajar a la trinchera que cada uno se asignó mentalmente y, desde allí, disparar a los del otro lado, sin mirar nada, sin buscar razones, porque ¿quién necesita razones cuando se tiene ideología?

Parece que la ministra Celáa, llevaba a sus hijas a un colegio católico elitista, dicen por ahí: Punto para EsDiario.com. Que no tengo nada en contra de la elección que cada padre hace del colegio de sus hijos, él sabrá, pero me gustaría saber esa información de antemano, que se la preguntaran los periodistas en la rueda de prensa del Consejo de Ministros, que parece que solo van allí los periodistas dóciles.

La segunda noticia: punto para El Pais, que está pasando desapercibida, trata sobre los cientos de millones que las mercancías chinas están dejando de pagar en impuestos al pasar por nuestras aduanas, con la ayuda de agentes de adunas corruptos y que durante años no han levantado sospecha alguna. Nuestros pequeños comercios cierran sus puertas a miles cada año, dejando en la calle a otros miles de trabajadores. Si nuestros empresarios son explotadores, quiero ver lo que opinamos de los empresarios chinos cuando se hagan con nuestra economía. ¿A quién echaremos la culpa?

Un día nos despertaremos con el agua por encima de la nariz y nos preguntaremos cómo hemos llegado a esa situación, qué hicimos mal para que nos ocurriera una crisis peor que la de 2007. Sencillamente, lo que hicimos es lo que hacemos todos los días: correr como pollos sin cabeza y confundir lo importante, con lo anecdótico.

Si solo fuéramos capaces de pararnos a pensar, hacer las preguntas correctas antes de disparar y pensar un poco más en los demás, no sería tan fácil bajarnos a la trinchera para entretenernos como niños mientras nos quitan los caramelos.