Algunos años después del 15-M, sería 2015, solía pasear los domingos, con mi pareja, por el Matadero y siempre me paraba frente a un pequeño descampado en el que un cartel rezaba:

“¿Cómo sería una huerta en Matadero?” El cartel continuaba explicando las bondades de la idea.

#HuertoUrbano

La primera vez que lo vimos nos paramos a leer la iniciativa que nos encantó y nos ilusionó. Volvimos a casa comentado lo bien que estaría que se desarrollaran ese tipo de iniciativas. Algunos meses más tarde había una pequeña casa de madera con algo de material y pensamos que pronto empezarían a trabajar en ello y veríamos cómo se materializaba el sueño.

Pasaron los meses y los trabajos no se iniciaban. Nosotros procurábamos siempre que paseábamos por Matadero incluir en la ruta el descampado del huerto urbano. Pasaron uno y luego dos años, pero aquello no acababa de arrancar.

Un día buscando en Internet incluso encontré una web sobre mi esperado huerto urbano donde podéis ver el descampado vallado y una docena de personas posando para la foto. Pasaron la fecha de inicio y la de fin, pasó 2018 y 2019, pero el descampado seguía yermo y seco.

#HuertoUrbanoWeb

Al final quitaron las vallas, lo abrieron y retiraron el cartel. ¿Has visto un huerto urbano en matadero? Pues yo tampoco.

Los huertos no son lo mío, pero os puedo asegurar que resulta muy complicado encontrar ciudadanos que se quieran involucrar a la hora de mejorar lo que es de todos.

El capitalismo se basa en la avaricia, mientras el comunismo lo hace en la generosidad. Es sorprendente que el primero haya triunfado sobre el segundo y aunque eso no diga mucho sobre nosotros – los humanos; a veces toca saber aceptar la realidad. Como decía Yogui Berra: “En teoría la teoría y la práctica son iguales; en la práctica no”.